04 septiembre 2009

Insomnio mas una dosis de poca cordura.

Hace media hora.

No puedo dormir.

Tengo su voz en mi cabeza.
La suya.
Después la de ellos.

Quisiera que por una vez no me digan qué hago mal, o qué hago bien.

Mis oportunidades, y lo que no debo perder.

Y quisiera dejar de escuchar a aquel órgano que por última vez me suplica que le haga caso. Que dice estar cansado de mis errores y que uno más lo hará quebrarse. Dice que por primera vez no probar es la respuesta, y dice que así lo siente en cada grieta.

Quisiera que mi corazón dejara de hablarme todas las noches hasta explotar la razón, reventando mi sensatez.

Y quisiera que en cada latido, se me fueran los pensamientos.


Dos minutos antes.

Después de un par de tazas de café todo parece mejorar. Inclusos mis malos ratos y manías.

Los pensamientos se contraen, y son las dos.

Tu nombre en cursiva bordea mi sonrisa.

Son las dos, y aún cuando duermes, te siento en compañia.


En estos precisos momentos.

Si no tengo un problema con mi inestable personalidad, no sé qué carajo es, me molesta sonar tan melodramática, tan tan tan.


Con sueño.

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